Es importante no vivir este duelo en soledad, y recordar al hermano fallecido a través de recuerdos junto a la familia.

Sobrellevar el duelo por la pérdida de un hermano en la adultez

Experimentar el  fallecimiento de un hermano o hermana nunca es fácil, porque significa perder a una de las personas con las que primero te relacionas al nacer, ya que juntos crecen y aprenden. 

Vivir este duelo durante la adultez es diferente a cuando se es niño, ya que es común que los hermanos formen su propia familia, y es probable que los padres ya no se encuentren físicamente.

«La pérdida de un hermano en estas circunstancias plantea un desafío adicional, ya que los hermanos sobrevivientes deben enfrentar la pérdida sin el apoyo directo de la generación anterior», comenta Daniel Henríquez, psicólogo colaborador de Contigo en el Recuerdo.

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Además, durante la adultez a diferencia de la infancia, las personas son más conscientes de lo ocurrido, por lo que enfrentan la pérdida desde una mirada distinta.

“En la adultez podemos experimentar una gama más amplia de emociones y reflexiones sobre nuestra relación con nuestro hermano. Esto puede influir en cómo procesamos su partida y buscamos formas de honrar su memoria”, dice.

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Cuando fallece un hermano o hermana durante esta etapa de la vida, se le suele brindar más apoyo al conyugue de este o a sus hijos, ya que son quienes conformaban su familia directa.

El hermano sobreviviente también suele brindarles acompañamiento y ayuda con algunas tareas del hogar, por ejemplo. Sin embargo, es importante que ellos también procesen su duelo.

Para eso, es recomendable buscar apoyo en sus padres si están presentes en su círculo familiar, o en personas que conocían a su hermano. Es importante que no vivan el duelo en soledad.  

«Al compartir historias y recuerdos, creamos un espacio de conexión y consuelo que nos ayuda a atravesar juntos este proceso difícil», afirma el psicólogo.

Además, agrega que “recordar las vivencias es una manera muy importante de honrar la memoria de nuestro hermano y encontrar consuelo en los recuerdos en común. Estos se vuelven verdaderas anclas que nos conectan con el amor y los momentos compartidos”, complementa el psicólogo.

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