La música influye en nuestra vida cotidiana de muchas maneras. Sus ritmos y melodías tienen esa capacidad de activar y reforzar nuestras emociones, para inspirarnos y acompañarnos en aquello que nos propongamos.
Es en este sentido, con todo esto a su favor, que bien podríamos usarla en beneficio de nuestro ser y crecimiento personal. Por ello, para comprender mejor algunos de estos conceptos y cómo aplicarlos continuamente, conversamos con la psicóloga y flautista, Francisca Fernández.
Francisca, ¿cuál es la conexión que se produce entre la música y el bienestar de una persona?
Es una conexión profundamente humana. Es como que los seres humanos estuviéramos cableados para la música realmente. Desde acá siempre me gusta traer algunas ideas que vienen de la cultura popular: “el que canta reza dos veces” o “el que canta sus males espanta”. Estamos en sintonía emocional con la música.
Está relacionada también a la mente desde siempre…
Despierta una serie de zonas de nuestro cerebro, lo que hace que se generen secreciones de ciertas hormonas, neurotransmisores y químicos, que generan bienestar. Los pueblos más antiguos, y eso es algo que hemos perdido, todo lo hacían con música. Son cosas que todavía podemos ver en África, que viven de una forma más ancestral: cocinan con música, se reúnen en torno al fuego con la música. Siempre hay un canto.
¿Por qué se habla de que la música es simbólica?
Tiene esta capacidad de ayudarnos a transmitir o a poner de alguna manera simbólica ciertas cosas que nos pasan a nivel emocional, y que nos cuesta hablar o transmitir con total claridad. A veces abre ciertos lugares, temas que no queremos mencionar y que se conversan. Es como que hubiera un montón de energía y la música es el gatillo, es la llave perfecta que saca todo lo que está adentro, y así logra salir.
¿Cómo la música ayuda al bienestar de las personas?
La música lo que hace es provocar ciertas respuestas a nivel cerebral y neuroquímico, que pueden generar calma, que pueden llevarnos a estados de paz. Eso por un lado, nos ayuda a tranquilizarnos, pero lo otro es que nos permite entrar como en un espejo, ver realmente reflejado en la música lo que nos está pasando y eso genera un proceso liberador.
¿Pasa también que la música produce activación?
Efectivamente la música tiene esa capacidad de poder llevarnos a distintos estados y eso es lo bonito: desarrollarlo como un autoconocimiento, lo que llamo una escucha intencionada, como decir “qué es lo que me va a servir escuchar en este momento”. Eso es individual. Hay gente que por ejemplo para poder activarse, para salir a correr o hacer deporte, necesita una lista de Juan Luis Guerra, música tropical o rock progresivo, y hay otras personas que dice necesitar a Beethoven para salir a trotar. ¿Dónde está el click del asunto? Cuando queremos activarnos, ponemos cosas que nos gustan.
¿Los factores como la edad, las habilidades musicales o el momento personal, impactan en la relación música-bienestar?
Inciden completamente. También están otros como la cultura en la que crecimos y los valores que tenemos a nivel personal. Pasa mucho en familias donde los papás fueron muy rígidos respecto a escuchar solo música tradicional o clásica en casa, y después sus hijos crecen, sienten que la detestan y dicen “no, yo nunca más voy a escuchar esta cuestión porque me recuerda a mi viejo”; o puede ocurrir que esa música gatille o genere algo a nivel personal.
¿Algún otro factor?
También por otro lado está el clima. Si vas a Centroamérica y te ponen un merengue es música de fondo, una salsa o bachata. Con cosas de fondo, eso representa el humor permanente de las personas allá. En cambio, si tú vas a una casa acá y de repente pongo un merengue va a ser como “oye qué estás prendido”. O a lo mejor si yo voy a Centroamérica y convido a alguien a mi casa y pongo a Elton John, van a decir “oye te pasó algo”. Luego hay factores como la introversión/extroversión, que marcan también los gustos musicales. Es un proceso multicausado y también libre, por lo que hay que ser súper respetuoso en eso.
Francisca, ya para ir finalizando, ¿con qué frecuencia debería uno escuchar música para lograr un bienestar?
El otro día leí una cita muy linda que decía “la buena música es como el amor: nunca es suficiente”. Probablemente para la gente que es muy musical sabrá inmediatamente lo que digo. ¿Qué pasa hoy? Más que con qué frecuencia, es qué y cómo le damos intención. Si yo por ejemplo quiero que la música represente algo, que me produzca un bienestar a lo largo del día, podría ser que escuche una canción que me encanta, que dura como tres o cinco minutos una sola vez, pero bien concentrado.
Entonces, no hay tiempo establecido…
Yo te diría que la frecuencia depende de cada uno. Hay gente que lo necesita mucho más y hay gente que lo que necesita es una escucha más dirigida e intencionada, que realmente quieren escuchar en ese momento y conectarse con eso, aunque sea más corto o largo. Tenemos tantas herramientas que antes no existían para poder escuchar lo que queramos, cuando queramos y en la versión que queramos, que aprovechemos eso.
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