La herencia familiar y la continuidad de los vínculos durante el duelo

El duelo desde una visión tradicional, es explicado como el proceso de despedirse y dejar ir a los seres queridos que han partido. Sin embargo, la realidad es muy distinta, ya que mantenemos un vínculo con el fallecido a pesar de su muerte, el que perdura en el tiempo, va más allá de lo que físicamente podemos ver o sentir, y se mantendrá con nosotros hasta el fin de nuestros días. Siempre hay que recordar que, si bien la persona que queríamos ya no está, nuestra capacidad para seguir relacionados con él o ella continuará.

Esos momentos y conexiones que tuvimos con nuestro ser querido, permitieron integrar a esa persona que amamos. En nuestro cuerpo y mente mantenemos una herencia que a simple vista puede pasar inadvertida, la cual se traduce en valores, actitudes y acciones que eran característicos de quien falleció y que se nos presentan constantemente. A veces este legado nos permitirá conectarnos con quien perdimos: al apoyar a quienes mi padre ayudaba, al continuar cuidando el patio que mi madre regaba, al enseñar a mis hijos lo que mis padres me educaron, al desempeñar el rol que mi esposa cumplía con mis hijas… hay miles de formas de mantener la herencia viva, y por ende, la conexión con quien ya partió.

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Continuidad de emociones durante el duelo

Mantener ese vínculo nos permite encontrar consuelo, curar nuestras heridas e integrar al fallecido a nuestra vida. Esa relación no solo se traduce en actitudes, valores y acciones, sino que también se añaden lugares y objetos que están cargados de memorias emotivas y simbólicas de nuestros seres queridos. Aquella casa en la que vivimos, aquel parque que visitábamos, esas calles que transitábamos y aquellos miles de otros sitios que fueron testigos de la unión.

Este legado, la mayoría de las veces, nos ayuda a tomar decisiones en momentos difíciles y a tener un modelo al cual recurrir. Por eso es importante recordar que no nos separamos de nuestros seres queridos, ni los dejamos atrás, sino que los llevamos con nosotros a lo largo de nuestra vida.

La continuidad de los vínculos no significa quedar atrapado en el dolor de la pérdida;
es poder tener una relación con un ser fallecido desde la aceptación de su partida y asumiendo que siguen con nosotros en nuestros recuerdos, en las enseñanzas, en los valores y en todo aquello que nos heredaron y nos regalaron en vida. 

Por María Ignacia Sandoval, psicóloga.

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