El duelo, muchas veces puede parecer ser una experiencia muy solitaria, donde al ser el sufrimiento tan personal y propio, haga que sea común sentirse aislado, atrapado en un sin fin de emociones difíciles de procesar y expresar. Sin embargo, el simple acto de compartir este dolor con alguien más puede traer alivio y consuelo. Las palabras, los gestos y la presencia de las personas cercanas nos recuerdan que no estamos solos en este proceso. Hablar de la pérdida con alguien que escucha con empatía puede transformar el peso del dolor en una carga más llevadera. Te contamos sobre el poder de compartir el duelo.
Sobre los recuerdos en el duelo
Los recuerdos suelen ser una parte esencial de estas conversaciones. Hablar sobre el ser querido perdido, evocar momentos felices, anécdotas o incluso las dificultades compartidas, no solo honrar su memoria, sino que también ayuda a procesar la realidad de la pérdida. Estas palabras le dan forma al vacío, haciendo que lo inmaterial del recuerdo se convierta en algo tangible, compartido y apreciado.
Además de los recuerdos, hablar del duelo abre la puerta a expresar miedos e inseguridades. Muchas veces, el duelo viene acompañado de temores ¿Cómo será la vida sin esta persona? ¿Estoy afrontando bien mi pérdida? ¿Hasta cuándo voy a sufrir? ¿Por qué ocurrió? Verbalizar estas inquietudes no solo alivia la angustia, sino que también permite que otros ofrezcan apoyo y perspectiva. Reconocer estos miedos es un primer paso y un acto de valentía que refuerza el proceso de sanación.
Otro aspecto clave es aprender a pedir ayuda. El duelo puede ser un camino solitario, pero no tiene que serlo. Hablar sobre lo que necesitamos, ya sea tiempo, compañía o un simple abrazo, es un paso importante hacia el autocuidado. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de sabiduría. Esto también puede hacer que veamos que lo que estamos sintiendo es más común de lo que creemos, es normal y está bien.
Hablar del dolor facilita el proceso de sanación emocional. Cuando verbalizamos nuestro dolor, comenzamos a organizar lo que sentimos, dándole un sentido a lo que puede parecer un caos interno. Guardar el duelo en silencio, por el contrario, puede generar un aislamiento emocional, haciendo que la tristeza, el miedo o la culpa se intensifiquen con el tiempo. Compartir lo que sentimos permite liberar emociones atrapadas y aliviar la carga que llevamos dentro, porque al expresar nuestro dolor lo hacemos visible y, en cierta forma, lo validamos.
Es por esto que es fundamental compartir lo que sentimos, expresarnos, apoyarnos en nuestros seres queridos y si no nos sentimos preparados para esto, pedir ayuda profesional. Siempre habrá alguien que quiera escucharnos y apoyarnos, querernos y cuidarnos. Siempre habrá alguien que nos demuestre que el compartir en el duelo es poderoso.
Esto ayudará a que nos demos cuenta de que, a pesar de que el duelo es un proceso muy personal, no tiene por qué ser solitario.
Maite Andonegui, psicóloga colaboradora