Duelo perinatal: la importancia de hablar y validar

Si ya cuesta comprender lo que significa el proceso de convertirse en padres, mucho más difícil es imaginar lo que se siente cuando ese proceso se ve interrumpido por la muerte de un hijo no nacido.

Las personas mencionan que es imposible entender qué significa ser madre o padre hasta que se vive en carne propia, pero poco se habla de lo que significa perder un hijo o hija sin haber podido conocerlo.

Si ya es importante hablar sobre duelo en general, lo es aún más cuando se trata de un duelo invisible para el resto de las personas. Perder un hijo no nacido es una experiencia tan dolorosa y difícil de comprender que, muchas veces, la sociedad tiende a invisibilizar o incluso a invalidar este tipo de duelo. Por eso, abrir espacios de validación cobra tanta relevancia.

¿Desde cuándo comenzamos a ser padres?

La respuesta a esta pregunta es muy personal y puede ser distinta para cada quien. Lo que sí es innegable es que muchas personas sienten una emoción indescriptible desde el momento en que saben que serán padres: una mezcla de sentimientos agradables y otros no tanto, que remueve todo por dentro.

Ese instante —cuando aparecen las dos líneas en el test de embarazo— marca un antes y un después en la vida. Puede durar un segundo, pero ese segundo se queda para siempre. Es el momento en que sabes que serás padre o madre.

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Derribando algunos mitos sobre el duelo perinatal

Algunos de los mitos más comunes sobre el duelo perinatal son:

  • “No es tan doloroso porque no lo alcanzaste a conocer”

Toda pérdida duele, y la muerte de un hijo no nacido puede ser tan dolorosa como cualquier otra. No conocerlo físicamente no impide que se forme un vínculo profundo, como el que cualquier padre o madre siente.

  • “En la muerte perinatal hay que ver el cuerpo”

No existe una regla única en el duelo. Cada persona lo vive de manera personal. Decidir no ver el cuerpo es totalmente válido. Sin embargo, puede ser recomendable que un familiar cercano guarde una fotografía del bebé, para que los padres puedan verla más adelante si así lo desean. Es normal que las decisiones cambien a medida que se elabora el duelo.

  • “Para elaborar el duelo hay que olvidar o desvincularse”

Este mito atraviesa muchos tipos de duelo, pero en el perinatal surge especialmente al preguntarse: ¿qué hago con las cosas que ya tenía preparadas para el nacimiento?


No hay respuestas correctas. Mantener un vínculo continuo con el hijo o hija puede ser beneficioso. No se trata de “soltar” ni de “botar” objetos, sino de aceptar la realidad de la pérdida (lo que no es lo mismo que aceptar la pérdida). Una alternativa valiosa puede ser elegir los objetos más significativos y guardarlos en una cajita de recuerdos, para acudir a ellos cuando el corazón lo necesite.

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En definitiva, el duelo perinatal nos recuerda que el amor por un hijo no se mide por el tiempo que estuvo con nosotros, sino por la profundidad de la conexión que sentimos. Validar este dolor, reconocerlo y permitirnos vivirlo a nuestro ritmo es un acto de cuidado hacia nosotros mismos y hacia la memoria de quienes partieron demasiado pronto. Cada gesto de recuerdo, cada lágrima, cada objeto significativo, es un puente que nos ayuda a transitar la pérdida con amor, respeto y esperanza.

Samuel Muñoz, psicólogo colaborador.

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