Cuando experimentamos una pérdida y vivimos un duelo, encontramos consuelo en quienes nos rodean: amigos, familiares, y también, en nuestras mascotas.
La relación entre las personas y los animales ha evolucionado a lo largo del tiempo. Ahora las mascotas son vistas como parte integral de las familias y como compañeros leales que nos brindan amor y protección.
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Las mascotas nos entregan bienestar, tanto a nivel físico como emocional, porque nos acompañan en los momentos buenos, y también en los malos. Son capaces de percibir nuestro estado de ánimo y ofrecernos compañía.
“Su presencia nos brinda una sensación de amor y aceptación incondicional, aumentando la producción de hormonas como la dopamina, serotonina y oxitocina, que nos hacen sentir felices y en paz”, explica María Ignacia Sandoval, psicóloga de Contigo en el Recuerdo.
Para aquellos que sobrellevan un duelo, las mascotas pueden ser un salvavidas emocional. Ellas nos ayudan a reducir el estrés, la ansiedad, la sensación de soledad y a mantenernos activos debido a los paseos.
Por eso, “pueden ser un gran aliado para aquellos que no tienen redes de apoyo o han vivido situaciones difíciles. Muchas personas en duelo se benefician de todos estos aspectos durante el proceso de pérdida”, asegura la psicóloga.
¿Pueden las mascotas reemplazar el apoyo de nuestra familia y amigos?
Sin embargo, a pesar de que las relaciones con nuestras mascotas pueden ser profundamente significativas, no logran sustituir completamente el consuelo que obtenemos de nuestra familia y amigos.
Por eso, cuando vivimos un duelo “necesitamos la conexión con nuestros pares para sobrevivir emocionalmente, sin restar valor a la importancia de nuestras relaciones con las mascotas”, dice María Ignacia Sandoval.
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Durante un duelo es importante mantener un equilibrio entre nuestras relaciones con las mascotas y otras personas, porque mientras “con una persona podemos reflexionar sobre el fallecido, recordar, crear rituales, y sanar a través de la palabra, con nuestras mascotas podemos sentir bienestar y relajados, cierra la psicóloga.