El duelo anticipatorio es un proceso emocional que enfrentamos quienes sabemos que un ser querido pronto fallecerá.
El peso del duelo anticipatorio
A menudo se piensa que esta experiencia es más “fácil” que el duelo repentino, ya que brinda la oportunidad de despedirse, cerrar ciclos pendientes y crear recuerdos en el proceso. Sin embargo, como advierte el psicólogo Diego Volpi, «Saber que una muerte se acerca puede ofrecer cierta esperanza, pero también puede simplificar en exceso una experiencia que suele ser profundamente dolorosa.»
«Aunque parezca más llevadero, el duelo anticipatorio trae consigo un profundo sufrimiento emocional que merece ser reconocido.»
— Psicólogo Diego Volpi
Este tipo de duelo suele ir acompañado de un sufrimiento prolongado y de distintas formas de afrontarlo. No solo afecta a quien padece la enfermedad, sino también a quienes lo acompañan. La visión de ver a un ser querido deteriorarse físicamente nos genera una carga al emocional muy grande. La sensación de injusticia, tristeza, impotencia, angustia y rabia pueden predominar en el proceso.
Además, la incertidumbre constante –¿Cuándo morirá?– añade un peso adicional, ya que esta pregunta se repite frecuentemente, recordando que esa persona aún está viva, aunque en condiciones físicas cambiantes y a menudo dolorosas. Frente a esto, los cuidadores y seres queridos enfrentan un conflicto interno: desean estar presentes y acompañar, pero también sienten la necesidad de protegerse del sufrimiento.
Este deseo puede manifestarse en distintas estrategias, como alejarse emocional o físicamente, o desconectarse psicológicamente para soportar la situación. Aunque estas estrategias puedan ser comprensibles, cuando la enfermedad aún no ha finalizado y la persona está viva, pueden generar consecuencias como sentimientos de culpa por haberse protegido, o agotamiento emocional y físico, conocido como burnout.
Por otra parte, la psicóloga Sofía Cañón enfatiza que «cada duelo es diferente, con una duración y características propias, pero uno de los aspectos centrales en estos momentos es el notable deterioro del ser querido. Ver cómo alguien que antes tenía vida y energía, se va debilitando por la enfermedad, genera un dolor emocional enorme.»
Los cuidadores
Este proceso también impacta directamente en quienes cuidan y ayudan a esa persona, quienes enfrentan la pérdida de autonomía y la carga de responsabilidades que antes no tenían. La tristeza y el desgaste emocional y físico que implica asistir a un ser querido en su deterioro puede ser abrumador.
Por eso, Cañón recomienda que en estos momentos el autocuidado sea prioritario: buscar apoyo en familia, amigos o en profesionales de la salud mental, así como en los servicios hospitalarios. «Para cuidar a otros, primero hay que cuidarse a uno mismo.» Recargar energías, tomarse tiempos de descanso y mantener un espacio para expresar las emociones son acciones fundamentales para sostener la carga emocional de un proceso que, si bien es inevitable, también puede ser acompañado con estrategias de contención y apoyo.
«Aceptar que un ser querido va a fallecer implica también cuidar de uno mismo y buscar apoyo en este difícil proceso.»
— Psicóloga Sofía Cañón
Reconocer el sufrimiento, validar el dolor y ofrecer una presencia comprensiva y empática son pasos esenciales para acompañar con sensibilidad a quienes atraviesan el duelo anticipatorio. Es importante entender que, aunque muchas veces se piensa que este proceso es “menos doloroso”, en realidad requiere atención y reconocimiento debido a su profunda carga emocional.