La pérdida de un ser querido está llena de sentimientos y sensaciones que las personas deben enfrentar. Es en este momento donde se ve cómo las personas sobrellevan el duelo, proceso individual que cada uno afronta de diversas maneras, debido a factores como la crianza obtenida a lo largo de los años o la cultura del país en el que viven.
Y es justamente la religiosidad es una instancia de apoyo para que las personas puedan elaborar un duelo sano. Por eso, en Contigo en el Recuerdo hemos querido hablar sobre el aporte de la religión en este proceso, previo a la celebración de Semana Santa que recuerda la figura de Jesús, su vida, muerte y Resurrección para el mundo cristiano.
Superación de la pérdida
¿Cómo influye la religiosidad en este proceso?
Según Paul Standen, psicóloga colaboradora de Contigo en el Recuerdo, la fe y los valores de cada creencia influyen positivamente en la difícil tarea de vivir un duelo, ya que “sirven de refugio para las personas en momentos dolorosos, y para hallar consuelo tras la partida de sus seres queridos”.
En ese sentido, existe en la religiosidad dos herramientas que pueden apoyar a las personas que están viviendo un duelo, tales como la fe y la comunicación con Dios.
Mientras la primera “permite dar sentido al dolor que están sintiendo”, aliviando de alguna forma el sufrimiento; el hablar con el Ser Superior a través del rezo, posibilita que el deudo esté conectado de alguna forma con el fallecido que está junto a ese Ser Superior.
Conciliando fe y realidad del duelo
Hemos dicho que la religiosidad y la fe nos permiten tener un proceso de duelo más llevadero, ya que muchas veces ayudan a dar sentido a algunos temas que pueden generarnos más de alguna incertidumbre.
Sin embargo, es importante no ser rígidos en estos asuntos y reflexionar constantemente sobre las interpretaciones propias de la fe.
Es en esta relación fe y realidad donde surge la siguiente pregunta que también es interesante profundizar: ¿qué ocurre con el proceso de duelo de una persona no religiosa?
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En primer lugar, apunta Paula Standen, que una persona no sea creyente no significa que carezca de espiritualidad, ya que puede “encontrar sentido en seguir hablándole al fallecido, sin la necesidad de creer en algún credo”.
Ahora bien, si se da el caso de que una persona que no es, la psicóloga nos recuerda por sobre todo que la muerte y el proceso de duelo son fenómenos naturales.
“Un gran consejo es que la persona se dé momentos de conexión y desconexión en el día, es decir, momentos en que pueda desahogarse y reencontrarse con el dolor de la pérdida, y instancias en el que se distraiga, y por ejemplo, vea una película, o haga algo que le agrade.
Lo importante aquí es no guardarse el dolor que conlleva el perder a alguien que amas”, concluye la profesional.
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