El proceso de duelo es un camino que, en ocasiones, las personas deciden recorren en soledad, debido a que con la persona fallecida se mantenía un vínculo único y exclusivo.
Ante esto, puede ocurrir que nos distanciemos, por ejemplo, de nuestra familia, pareja, amistades, o también, de nuestras rutinas y responsabilidades laborales.
Sin embargo, esto puede traer consecuencias negativas, ya que el aislamiento durante el duelo incrementa las emociones negativas, la sensación de desamparo y desesperanza.
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Por eso, es muy importante que durante el proceso el doliente pueda detenerse y analizar el impacto que ha tenido el distanciamiento en él y si esto ha generado pérdidas secundarias, ya sea de relaciones o de actividades que hemos dejado de hacer.
El poder identificarlas nos permitirá visualizar nuestro proceso de duelo y reenfocarlo para volver a conectar con aquellos vínculos olvidados.
En la medida en que vayamos reconectando con las cosas que solíamos hacer, podremos ir satisfaciendo de mejor manera las emociones y necesidades que vayan surgiendo durante este proceso. También, recordaremos que el duelo también se puede vivir acompañado.
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Es recomendable ser sincero. Cuéntale a esa persona tus necesidades, lo que significó para ti la pérdida y lo que te llevó a aislarte.
De la misma manera, es útil que puedas generar instancias con tus seres queridos donde puedan compartir, tanto desde la conexión con el duelo, como desde la desconexión. Para eso, pueden organizar reuniones, encuentros, salidas o simplemente a momentos para hablar y estar acompañado.
Psicólogo: Matías Cuevas