Fuimos criados pensando que no debemos bajar la guardia frente a este sentimiento. Sin embargo, a la hora de la pérdida, cada reacción es única e importante. La rabia es la reacción natural al dolor, pues representa el despertar de diversos sentimientos.
Todos esos sentimientos son únicos, y la forma en como las personas reaccionan, también. En algún momento el duelo va a generar este sentimiento. Es así como muchos hombres y mujeres tienen dificultad para entender esta palabra y este sentimiento, ya que imaginamos la rabia como un enorme malhumor y una pérdida de control. Muchos de nosotros fuimos criados pensando que no debemos sentir rabia, entendiendo este sentimiento como un sinónimo de odio.
La rabia es la reacción natural al dolor. Siempre que algo nos hace daño o que estamos heridos, hay una reacción que puede ser identificada como rabia. Podríamos llamarla de otra forma – frustración, tristeza, decepción-, pero todo eso proviene básicamente de la misma emoción, la rabia. En algún punto, esos sentimientos tendrán que emerger. Usted puede sentirse más irritado y enojado, y también puede verse a sí mismo reaccionando de forma exagerada a algunas cosas que ni siquiera habría notado algunos meses atrás. Es una etapa más de su duelo, es la etapa de la reacción.
La rabia es saludable. Aunque puede llegar a asustar a su familia y a sus amigos, es la fuerza motriz dentro de usted que lo ayudará a continuar su camino. Básicamente, lo que ocurre es que tocamos fondo, nos enfurecemos y comenzamos a luchar. Significa que sus sentimientos están despertando del letargo y de la negación que se habían apoderado de su duelo. El único problema con la rabia es que ella no fluctúa, por lo que debe ser direccionada hacia alguna cosa o hacia alguien. Existen algunos objetos que parecen ser “sagrados”, pero que pueden servir como blanco de nuestros sentimientos.
La rabia y el fallecido
Frecuentemente la rabia será direccionada de forma irracional. Es común sentir rabia hacia la persona que se ha ido. “¿Cómo pudiste abandonarme así?” “¿Por qué no te cuidaste?”. Esto parece extraño, hasta tal punto que se puede poner en cuestión la propia salud mental. El ser querido que perdemos puede ser un blanco saludable para la rabia. Es poco razonable, pero no es algo enfermizo. Y sí, sus familiares o amigos pueden no entenderlo.
Conflicto con Dios
Dios no es un blanco tan malo para direccionar su rabia. Tal vez Dios sea lo suficientemente grande como para soportar su rabia y entenderla. El miedo más grande es sentir rabia hacia Dios y nunca más volver a quererlo. Aquellas personas que no superan esto, probablemente se sintieron atacadas, criticadas o juzgadas cuando sintieron rabia y tuvieron que armar sus defensas. Pero recuerde: está permitido sentir rabia hacia Dios.
Los amigos
Los amigos dirán las palabras equivocadas, aquéllas que usted no quería oír y podría enojarse. Una abuela que perdió a un nieto en un accidente de auto, oyó a una persona comentar que ella tenía suerte de ser “solo la abuela”. Una madre que perdió a su hija adolescente, escuchó a una amiga decir que “tal vez su hija no iba a convertirse en un buen adulto y que entonces Dios se la había llevado antes de que ella tuviese esa decepción”. Tu círculo cerano dirá que “saben cómo te se siente”. Ellos simplemente creen que tienen que hacerte sentir mejor e intentan, de todas las formas posibles, “sacarte” del duelo.
La rabia y usted
La rabia cuyo foco es interno es peligrosa. Cuando el blanco es usted mismo, no habrá lógica o teoría que pueda probarle que la muerte no fue culpa suya. La culpa en el proceso del duelo es la rabia dirigida hacia adentro. Esa es la única rabia que debe ser redireccionada. El primer paso es asumir que estás con rabia, sin negación. Este redireccionamiento comienza cuando usted logra decirse a sí mismo: “Sí, estoy con rabia y soy libre de sentirla”.
Enfrentando su rabia
Las respuestas físicas ayudan: dar un martillazo, darle un puño a una almohada, pegarle al colchón. Liberar energía física ayuda. Gritar cuando lo desee, sin vergüenza, sin límites. Gritar muy fuerte. Sacar todo. Contarle a todo el mundo que está con rabia, que está muy enojado, sin censuras. Mantener la rabia dentro de sí mismo puede ser más arriesgado que el hecho de que alguien piense que usted está loco.
*Texto inspirado en el libro “Las dimensiones del luto” de Doug Manning.
Fuente: http://ysihablamosdelluto.com.br