En el contexto del Día de la Madre, Parque del Recuerdo rindió un homenaje a todos quienes han fallecido y a sus familias, a través de la presentación del libro “Palabras que Sanan: nuestras costumbres, nuestras palabras y nuestros aprendizajes”. A esto se suma el lanzamiento de un Memorial virtual, que contiene más de 2.500 cartas recibidas, que reflejan las principales emociones de las personas en torno al duelo.
Y es que, en octubre de 2021, en medio de la contingencia sanitaria, Parque del Recuerdo hizo un llamado a todas las familias, a través de la iniciativa #PalabrasQueSanan, a escribir cartas y mensajes para homenajear a sus seres queridos fallecidos. Y también como una forma de brindar un último adiós a esa persona significativa de quien no se pudo despedir. Una invitación abierta a expresar libremente las emociones.
La recepción de #PalabrasQueSanan fue muy positiva. Miles de mensajes recibidos reflejaron el amor y la gratitud de las familias hacia sus seres queridos fallecidos. Esto motivó a Parque del Recuerdo a transformar estas emociones en un libro conmemorativo, y todas las cartas en un Memorial virtual que quedará para la posteridad.
Libro Palabras que Sanan
Es así como el libro “Palabras que Sanan”, escrito por la psicóloga Magdalena López, la historiadora Magdalena Dittborn y la orientadora en relaciones humanas, Tere Gómez, busca ser un homenaje y un regalo para todo aquel que está viviendo un duelo.
“A través de las casi tres mil cartas que llegaron, detectamos que los chilenos necesitamos sentirnos parte de algo. Es necesario que todas las personas que han vivido una muerte se sientan parte de un colectivo, que sus historias son relevantes. Y es interesante, porque Palabras que Sanan viene a apoyar ese propósito”, explica la psicóloga líder del programa Contigo en el Recuerdo, Magdalena López.
“Palabras que Sanan es un homenaje nacional a todos nuestros seres queridos, ¡y vaya que es importante el homenaje hoy! Cuando se hace, todos sus participantes vibran en una sola sintonía por algo que trasciende el trabajo, el estrés y todo lo mundano. Es una pausa necesaria en el camino, porque nos permite conectar con nuestra memoria y con una comunidad que siente lo mismo”, destaca Magdalena Dittborn.