La vinculación entre duelo y espiritualidad ante la pérdida de un ser querido

Existe una vasta literatura que destaca los efectos salutogénicos, es decir, en la salud y en el afrontamiento del estrés, de la religión y la espiritualidad. Sin embargo, una enfermedad y/o el fallecimiento de un ser querido pueden precipitar una crisis existencial, más aún cuando las personas se ven enfrentadas a preguntas tales como: ¿cuál el propósito de la vida, el sentido del dolor, la muerte, la naturaleza del sufrimiento y la justica en el mundo, entre otros?

En momentos de gran estrés, la búsqueda de sentido a partir de la religión puede adquirir importancia, más cuando la espiritualidad ya formaba parte de la vida de las personas. Lo anterior, debido a que la religiosidad permite comprender, interpretar y otorgar valores a las dificultades, al dolor y al sufrimiento, al considerar que Dios o una divinidad de naturaleza amorosa o benevolente puede ayudar a que así sea.

Kenneth Pargament, en su libro “La psicología de la religión y el afrontamiento”, destaca el poder de la religión y la espiritualidad para transformar y atribuir sentido a los acontecimientos de la vida. A través de sus investigaciones, algunos expertos en el tema, entre ellos Pargament, constataron la existencia de diversos estilos de afrontamiento de duelo o de situaciones complejas, a través de la fe, prácticas espirituales, rituales religiosos, y del apoyo de pares y clérigos que colaboran en la disminución del estrés y malestar, y promueven efectos positivos en la salud mental.

Para Wortman y Silver en su publicación “Los mitos para sobrellevar la pérdida”, la presencia de creencias religiosas o espirituales permite predecir la superación de un duelo, debido a que las personas cuyo sistema de creencias incluyen la posibilidad del fallecimiento de un ser querido como algo factible, podrán sufrir un menor impacto ante la pérdida. Esto marca gran diferencia con quienes tienen un sistema de creencias que no les permiten acomodarse frente a la muerte al percibirla como una “calamidad”.

En esta misma línea, la psicóloga Laura Yoffe, en su investigación de tesis doctoral “La influencia de las creencias y las prácticas religiosas espirituales en el afrontamiento de la pérdida – por muerte- de un ser querido”, las personas reportaron el uso de distintas creencias, prácticas y rituales durante su proceso de duelo, lo que permitió corroborar la relación que existe entre el dolor por el fallecimiento de alguien cercano y la fe.

Durante la investigación, los participantes pertenecientes a credos monoteístas (católico, protestante metodista y judío), los practicantes de budismo tibetano y las personas no religiosas dieron a conocer su opinión sobre temas como la vida, la muerte, el más allá, el alma, la conciencia, el sufrimiento, el dolor, la reencarnación, y sobre su adhesión a actividades religiosas, rituales funerarios y de duelo como modos de afrontamiento de la pérdida.

A partir de lo anterior, se determinó que las creencias en la esperanza, la fe religiosa y el optimismo permitieron a las personas creyentes superar el dolor y el sufrimiento que sentían al ser testigos y acompañantes de las enfermedades, la vejez y las múltiples situaciones negativas surgidas en el duelo anticipado.

Las creencias y valores religiosos fueron orientadores de las prácticas espirituales que realizaron las personas que buscaban aliviar el dolor físico, psíquico y espiritual de sus familiares ancianos y/o enfermos, desde la intención de ayudarlos a morir en paz. Asimismo, como recursos de afrontamiento ellos generaron una visión más optimista del mundo y de la vida, una sensación de control sobre los hechos negativos relacionados con el duelo anticipado, y/o antes de la pérdida repentina o inesperada.

Lo hallado coincide con investigaciones que aseguran que el tener creencias religiosas fuertes puede generar un mayor sentimiento de malestar al comienzo del duelo, pero que a medida que las personas creyentes logran atribuir sentido desde su fe a lo sucedido, pueden desarrollar una mejor adaptación a la pérdida.

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