Para un adolescente, sus amigos son sus referentes. El grupo de iguales es fuente de todo tipo de sentimientos, de seguridades y también de compañía. Esta es una época de grandes cambios físicos, cognitivos, emocionales y de comportamiento, que pareciera ser más fácil enfrentar junto a quienes “están en las mismas”. Entre ellos empatizarán sobre lo que están pasando, debido a que comparten las mismas necesidades, motivaciones y metas.
Dada la relevancia que tienen las amistades durante la adolescencia, resulta fácil imaginar lo que supone para un joven el fallecimiento de un amigo cercano y querido. Cuando esto ocurre, pierde un confidente y a un referente; y una gran cantidad de experiencias no se podrán mantener en el tiempo ya que han sido abruptamente interrumpidas por la partida de su compañero.
Algunos jóvenes, los más introvertidos, tienen menos vínculos pero de mejor calidad, dedicando tanto tiempo a esas relaciones que se produce un aislamiento social con otros iguales. Para este grupo, la perdida de uno de sus amigos supone una situación de mucha soledad. Pierden una parte importante de sus vidas, y además dejan de tener su gran recurso para elaborar y enfrentar este hecho que les genera tanto dolor.
La intensidad emocional propia de esta etapa hace que las relaciones no estén exentas de conflictos, por lo que el fallecimiento de un amigo se puede vivir con mucha culpa, por cosas que se dijeron y otras que se callaron.
Es una etapa que se caracteriza por una búsqueda constante de nuevas experiencias, en la cual se sienten “dueños del mundo”, y la pérdida de un amigo llega con fuerza a mostrar la vulnerabilidad de la vida. Se generan más aprensiones, la sensación de ausencia de control respecto a su propia existencia puede fragilizarlos, por lo que manifiestan una gran ausencia de motivación, en especial cuando los proyectos se visualizaban junto a ese compañero. Es muy normal que los jóvenes hagan planes conjunto respecto a lo que van a estudiar, sobre actividades, viajes… Y al sufrir esa pérdida, los objetivos se viven como irrealizables.
Se genera mucha rabia y enojo, por todo lo que ha quedado interrumpido y eso les afecta.
Cómo ayudar a un adolescente que ha perdido a su amigo
– Anímele a expresar sus emociones, sentimientos, miedos o aprensiones.
– Preguntar siempre al adolescente si es un buen momento para hablar.
– Acepte su decisión y no imponga su voluntad por sobre él.
– Invíteles siempre a las actividades que planea la familia, ya sean “para niños” o para “mayores”. El propio adolescente elegirá, pero aún cuando no asista, sabrá que hay un espacio para él.