El duelo implica sufrir el dolor de la pérdida. Cuando ese sentimiento tarda en llegar, podemos estar frente a un caso de un duelo demorado o retrasado.
Todos reaccionamos diferente, por lo que ningún proceso es igual a otro. Todo dependerá de la personalidad de quien enfrenta una pérdida, la relación que mantenía con quien ya partió y las características de la muerte. Hay algunas personas que no manifiestan grandes cambios en su comportamiento, lo que hace pensar que para ellos nada ha cambiado en su vida.
En general, cuando el proceso de duelo dura poco se valora como un rasgo de fortaleza y, por el contrario, se considera un signo de debilidad si es prolonga en el tiempo. Parece que la sociedad traduce como una mejoría el que no haya signos externos de duelo, como el llanto o la apatía y sin embargo, no lo es.
Cuando el dolor no responde al contexto
Sentir dolor ante la muerte de un ser querido es normal y necesario, independiente de la forma en que se manifieste; pero cuando las personas comienzan a sentir dolor varios años después de la pérdida de un ser querido, quedan desprovistos de un contexto. Tras el fallecimiento reciente de un familiar o amigo, tu entorno más cercano espera y entiende que enfrentará un cambio en su emocionalidad, mostrándose ellos más dispuestos a tener paciencia frente a este hecho y a estar disponibles para contener.
Sin embargo, cuando una persona cambia su emocionalidad a los meses o años después del fallecimiento, sin que su familia y amigos entienda la causa o lo qué está ocurriendo, tienen a reaccionar desde la defensa, evadiendo o rechazando a quien está enfrentando un duelo tardío, por lo que su entorno se transforma en un obstáculo más a superar.
Es importante entender que el dolor debe ser expresado para que desaparezca, es necesario hablar o trabajar sobre él. Su fuerza hace que sea incontenible y que, tarde o temprano, encuentre un modo de expresarse. En algunas situaciones se manifiesta físicamente traduciéndose en dolores de cabeza, cuello, espalda o pecho. Nuestro cuerpo demuestra aquello que no queremos hablar. Por este motivo, evitar el sufrimiento tiene una utilidad a corto plazo, pero a lo largo de los meses o años éste se intensifica y prolonga en el tiempo.
Cómo prevenir el duelo retrasado
Una manera de prevenir un duelo retrasado es construir instancias en que se le facilite a las personas poder hablar de lo que sienten, sin juzgarlas. Es necesario promover entre las personas hablar con normalidad de su duelo, sin expectativas ni juicios de valor, acogiendo todas las emociones que aparecen para permitir que se desahoguen.