Uno de los elementos claves del proceso de duelo es el tiempo que cada persona se toma para superar la partida de un ser querido. Esto permitirá que el doliente asimile el momento que está viviendo y asuma lo que significa no contar con alguien que tiempo atrás vivía en este mundo.
Sin embargo, el mundo de hoy se mueve a otro ritmo. En la actualidad, especialmente en las grandes ciudades, se vive con un sentido de rapidez o inmediatez, algo que se contrapone claramente con ciertos procesos naturales como el duelo.
En este sentido, y debido a la vida moderna, se exige que la persona supere rápidamente su tristeza para seguir con sus quehaceres diarios. Entonces, ¿cómo nos enfrentamos a un proceso que requiere tiempo, en un mundo vertiginoso como el de hoy?
El duelo en la vida moderna
Conciliar ambas situaciones es el gran desafío del doliente, ya que muchas veces tiene que seguir cuidando a su familia -además de a sí mismos- y continuar con su vida laboral, estudiantil o cualquiera que concentre su tiempo.
Para algunas personas una rápida reintegración sirve para procesar la pérdida. Sin embargo, otros dolientes lo transforman en una coraza para esconder su tristeza, dolor, resignación y otros sentimientos, incluso provocando que el duelo se postergue.
Pero en definitiva sí es posible armonizar ambos procesos, dando el tiempo adecuado para cada uno de ellos. Por ejemplo, sirve mucho que las empresas tengan un plan de días libres por el fallecimiento de algún familiar de un trabajador, o que el entorno más cercano se comprometa a ser un apoyo, generando la contención necesaria durante el duelo.
Riesgos siempre presentes
Lamentablemente en este proceso de conciliación también hay riesgos, siendo el más evidente llevar al extremo uno de los dos lados: tanto negar el duelo para seguir con las actividades, como entregarse 100% a la pérdida dejando de lado la vida diaria, solo atentarán contra la propia persona.
¿Qué es lo que se puede hacer? En primer término, hay que darse momentos para liberar las emociones y para la reflexión, ya sea en la mañana, a mediodía o en la casa en la noche.
Otro elemento clave es el uso de rituales, ya que permiten -especialmente al comenzar el duelo- que se mantenga el vínculo con el ser querido, tales como celebraciones religiosas o comidas familiares donde se les recuerde.
En definitiva, la vida moderna plantea el gran desafío de compatibilizar el proceso de duelo con los quehaceres diarios. Logrando un equilibrio entre ambos, y si es con compañía mucho mejor, el doliente podrá continuar viviendo su día a día.
Fuente: Clínica Duelo y Pérdida.com