Un padre es una figura de referencia en la vida de un hijo. El fallecimiento del padre o de la madre marcan un punto de inflexión en el destino de aquellos que han enfrentado esta experiencia, que toda persona pasará en algún momento.
No hay duda de que el fallecimiento de un padre es un proceso muy doloroso, que en función de cada persona variará su intensidad, y que obviamente, no desaparece de la noche a la mañana. De hecho, es muy probable que no consigas deshacerte de esa pena por completo.
En una situación así, el hijo y los demás familiares pueden sentir que no han tenido tiempo para asimilar lo sucedido. En cualquier caso, a la hora de superar el fallecimiento de un padre, las prisas no son buenas compañeras, y son diferentes los estudios que han demostrado que el fallecimiento de una persona tan significativa comienza a superarse a partir del segundo año.
A continuación, mencionamos algunas ideas de como sobrellevar este difícil momento.
– Cada duelo es único
Igual que cada persona es única, cada relación padre e hijo es especial y también cada fallecimiento es diferente. Por tanto, cada duelo es individual. Es importante que cada familiar acepte este proceso y busque sus propias maneras de gestionarlo. Pueden ayudarse en cosas muy diferentes como escribir una carta y hacerla volar, hasta llevar algo especial como una fotografía, una prenda de ropa o un accesorio que puedas tener en todo momento contigo para sentir a tu padre cerca simbólicamente.
– Apoyo social
El peso de la tristeza es tan intenso que es positivo buscar apoyo en los amigos y familiares, quienes a través de su presencia y su compañía aportan un consuelo a aquel que está viviendo esta situación. En un proceso así, tu propio corazón te indicará con qué personas deseas estar más. En este contexto, es sumamente importante expresar tus necesidades para que aquellos que te rodean sepan mejor cómo pueden contenerte en este momento.
Lo anterior, debido a que los expertos aseguran que reprimir los sentimientos y actuar como si ya estuvieras recuperado, o como si la pérdida no te hubiera afectado, es una de las peores cosas que se pueden hacer. Especialmente cuando se trata del fallecimiento de una persona tan cercana como un padre.
– Tómate el tiempo que necesites
El tiempo que no ha tenido la familia para despedirse o prepararse para el adiós en la etapa previa al fallecimiento, es especialmente necesario en este momento posterior cuando el hijo desarrolla su propio proceso de duelo para vivir lo ocurrido, llorar la ausencia y continuar el camino.
El tiempo es determinante para enfrentar la vida desde esta nueva perspectiva que supone la pérdida de un ser tan querido, por lo que es importante no tratar de acelerar las etapas ni menos hacer como si nada hubiese ocurrido, porque obviamente no es así. Es por ello que, se recomienda mantenerlo en el recuerdo, quedarte con los buenos momentos, y mirar siempre hacia adelante.
– Retoma tu rutina habitual
Tu vida ha cambiado de manera inevitable, tu mundo interior se transforma cuando vivencias una pérdida de este tipo. Sin embargo, al retomar tus compromisos profesionales y personales puedes encontrar en esa zona de confort habitual un anclaje al que agarrarte. Algo importante en un momento en el que la sensación de seguridad es terapéutica, porque el diálogo interior en torno a la brevedad de la vida y lo imprevisible del destino es un eco cotidiano.
– Apoyo profesional
No siempre es necesario, pero en algunos casos sí es muy recomendable tomar la iniciativa de pedir ayuda, puesto que, por medio de este proceso de acompañamiento, el protagonista puede encontrar un espacio en el que compartir información emocional de sí mismo que no expresa a sus amigos y familiares.
– Haz aquello que no pudiste realizar con él
Si tu padre tenía el sueño de hacer algo contigo que no tuvo la oportunidad de cumplir, como viajar a algún destino concreto, correr una maratón, acudir a un concierto de su grupo de música favorito o cualquier otra actividad, quizá sea el momento de que lo hagas.
Será una excelente ocasión para reflexionar, para recordar algunos de los mejores momentos que vivieron juntos y también para llorar. Porque llorara veces es la mejor forma de afrontar este proceso.
Fuente: Psicología Online y Diari de Tarragona.