Cada vez que finaliza el año aparece el momento de los balances: lo bueno y lo malo se enfrentan y se sacan conclusiones de cara al futuro.
Justamente tras hacer ese ejercicio, es relevante pensar en el nuevo año que se aparece ante nosotros y en las expectativas, sueños y esperanzas que tengamos para este nuevo periodo. Por lo mismo, bien vale hacer un repaso de lo que queremos, una especie de lista con metas y desafíos a cumplir, especialmente si estamos de vacaciones.
Pero ¿por qué hacerlo? Esta es una pregunta válida, a la que le pueden seguir cuestionamientos sobre de qué sirve plantearse metas y qué pasa si no las cumplimos.
Seguir el camino
María Ignacia Sandoval, psicóloga de Contigo en el Recuerdo, apunta que permitirse el espacio para reflexionar en torno a lo deseado para el año, es un espacio de autoconocimiento y valoración.
“El plantearse metas nos enseña ‘la estrella a seguir’, el camino por el cual queremos transitar y los pasos a seguir para lograr los objetivos”, comenta.
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De alguna manera, con estas metas podemos convertirnos en quienes realmente queremos ser: un buen trabajador, una persona que se conecta con su espacio personal o un individuo que es cercano a su familia.
En ese aspecto, el año que comienza es un nuevo inicio fresco, por lo que la posibilidad de establecer nuevas metas es de gran ayuda para seguir avanzando.
“Podemos priorizar lo que realmente valoramos, nos permite convertirnos en lo que queremos ser y, como decíamos, nos guía en el camino al éxito que deseamos conseguir”, explica la experta, poniendo el punto en que de todas maneras las expectativas deben ser realistas.
¿Cómo hacerlo? Hay varias formas, pero María Ignacia Sandoval apunta que una de las principales es “hacer una lista de propósitos que queremos para este nuevo año”.
Hecho este ejercicio, por cada propósito debemos crear metas pequeñas para dividir el objetivo en “escaleras”. “Estas metas más pequeñas deben ser muy específicas, relevantes, realistas, en tiempo corto, y medibles”.
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Ya sea comer más sano, generar una rutina de ejercicios o salir al aire libre, una consigna clave es que la meta tiene que ser motivante y debe haber una razón de ser para su existencia. Esto nos permitirá, entre otras cosas, celebrar esos pequeños triunfos en el camino.
¿Qué ocurre si no puedo conseguirlas?
La pregunta es válida y muchas veces nos puede pasar que no logremos conseguir nuestras metas, o que hacerlo se vea difícil. En ese sentido, vale recordar que todos los seres humanos somos personas de hábitos y cambiarlos o crearlos es un proceso que toma su tiempo.
“No solo hay un cambio de actitud, sino un cambio a nivel cerebral y neuronal. Esto requiere mucha energía y esfuerzo. Es reinventarse”, comenta María Ignacia Sandoval.
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Debemos ser conscientes de que vamos a necesitar tiempo y esfuerzo para poder crear ciertos hábitos, y en este camino no estamos exentos de fallos, los cuales hay que mirar como oportunidades de mejora.
“Es importante que el éxito no sea el último fin, sino el aprendizaje del proceso”,explica la psicóloga de Contigo en el Recuerdo. Por lo mismo, deja un último consejo para esa planificación de metas.
“Si tu meta se te ha dificultado, analiza qué es lo que está ocurriendo: ¿es realmente lo que quiero? ¿Es muy ambiciosa y debo hacerla más específica? ¿Qué de mi me detiene a cambiar? ¿Qué es lo que tiene que cambiar para que esto funcione?”, cierra.