Cuando vivimos la pérdida de un ser querido, puede que no entendamos por qué nos toca pasar por este proceso tan triste y doloroso. Sin embargo, debemos comprender que la muerte es parte del ciclo de la vida y que todos nos enfrentaremos a ella en algún momento.
Por eso, bien vale preguntarse: ¿qué es el ciclo de la vida? y ¿por qué es importante entenderlo?
La muerte es natural
Según María Ignacia Sandoval, psicóloga de Contigo en el Recuerdo, este es el proceso natural “de todo ser viviente: nacer, crecer, desarrollarse y por último morir”.
Para la experta, la naturaleza es nuestro mejor ejemplo, y como referencia podemos analizar la vida de una flor: lo que necesita para crecer y lo que ocurre cuando su ciclo finaliza.
“Para que una flor pueda crecer necesita agua, sol, nutrientes de la tierra y más. Una flor es todo aquello que tuvo que obtener para convertirse en ella, pero en algún minuto vuelve a la tierra y queda algo de esa flor, una semilla”, explica María Ignacia.
Pero ¿qué relación tiene el ciclo de la vida de una flor con la de nosotros?
“Tal como una flor, recibimos mucha información del ambiente y guardamos recuerdos de todos aquellos que formaron parte de nuestra vida. Cuando morimos, así como la flor deja una semilla, nosotros también dejamos un legado invaluable”, señala.
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La naturaleza nos ayuda a conectarnos con el ciclo de la vida y la impermanencia. Nos hace darnos cuenta que las personas estamos en constante cambio y que si vivimos momentos de felicidad, también tendremos instantes de tristeza.
“La naturaleza es la más grande maestra: nos ilustra el cambio de estación, o que la noche traerá consigo el amanecer y siempre podemos esperar este cambio de luz”, comenta María Ignacia Sandoval.
¿Qué nos dice el ciclo de la vida?
El ciclo de la vida nos enseña que todo llega a su fin, incluso nuestra propia existencia.
Sin embargo, también nos muestra que viviremos, y que nosotros somos los dueños del camino que decidamos seguir.
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Así lo explica María Ignacia Sandoval: “El ciclo de la vida nos entrega la certeza máxima de que la muerte nos encontrará al final del camino y eso nos permite vivir de otra manera”.
Esto nos enseña además que “los vínculos humanos son esenciales. Que estamos programados para sentir apego por nuestros seres significativos y el duelo es el precio que pagar por ello”.
Cuando vivimos una pérdida nos damos cuenta de lo que realmente valoramos.
Por eso, el mensaje es claro: vive y hazlo al máximo, porque la vida en algún momento se detendrá y seremos recordados por cómo hemos vivido y amado.