En ocasiones, las personas piensan sobre cuál es la mejor manera de partir. Si centramos nuestra atención en la forma en cómo queremos que esto suceda, a pesar de la angustia que esto puede generar, la gran mayoría de la gente imagina o espera no tener sufrimiento físico, estar rodeado de sus seres queridos, y pasar sus últimos momentos en algún lugar confortable.
Y a pesar de que esto es más bien un consenso generalizado, son mínimas las familias que se han sentado a hablar abiertamente sobre el ciclo de la vida y la muerte. Lo anterior queda en evidencia en el VII Estudio de la Muerte, realizado por el Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile y Parque del Recuerdo, en donde se muestra que el 77% de las personas habla con poca frecuencia o nunca sobre el fallecimiento propio o de un ser querido. Ciertamente este es un tema que no se conversa, ya que cuando alguien quiere abordarlo, el entorno más cercano evita hacerlo ya que existe la percepción de que, si se dialoga sobre esto, es una forma de llamar a la desgracia.
Los intentos de la medicina por alargar la vida con tratamientos, podría ser una de las principales razones por la cual las personas no se atreven y no están interesadas en hablar sobre la muerte.
Si la persona que está luchando por mantenerse con vida, tiene un vínculo fuerte y relevante con nosotros, ni siquiera pensamos en la posibilidad de que fallezca, sino que, por el contrario, buscamos a toda costa alargar su tiempo en la tierra, por lo que cada día extra parece un triunfo. Pero, no hay que olvidar lo importante que es hablar con esa persona respecto a lo que siente, a lo que quiere y a lo que espera de esta difícil situación.
Para poder sobrellevar de mejor forma el duelo, y anticiparse al triste desenlace que prontamente ocurrirá, es importante hablar sobre este tema. Dialogarlo en familia, con los más pequeños de la casa, a la hora de almuerzo, en un momento especial; es necesario poder transparentar los miedos, las aprehensiones, las dudas y las emociones que genera evidenciar que la muerte es algo que tarde o temprano sucederá.
Como decíamos anteriormente, para muchos la mejor opción es estar con sus seres queridos, sin embargo, como las personas tendemos a pensar que ayudar a otro es fingir que no pasa nada, y que el dolor no existe si no lo mencionamos, se cae en el error de construir murallas alrededor de quien está partiendo, dejándolo en un completo aislamiento. Dejar de hablar del sufrimiento no implica que este desaparezca. La tristeza sigue estando ahí detrás de un gran muro de silencio, viviendo el dolor de forma individual, sin la posibilidad de aliviarlo en compañía de otros.
Como comenta Alba Payás Puigarnau, psicoterapeuta española experta en duelos y autora de un sinnúmero de libros: “hablar de la muerte nos prepara para vivir mejor esa experiencia. Todo el sufrimiento, el dolor o el miedo que consigamos anticipar, no lo viviremos cuando llegue la experiencia.”
Fuente: “El mensaje de las lágrimas” de Alba Payás Puigarnau