En general, todas las personas sentimos la necesidad de decir algo a quienes está viviendo un duelo, especialmente si se trata de niños o adolescentes. Es como si pensáramos que nuestra experiencia o nuestra edad pudieran aportar una visión que, sí o sí, ayudará a los más pequeños de la casa a sobrellevar la pérdida de un ser querido.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que aunque algunas cosas nos hayan sido útiles en el pasado, lejos de servirles, a los niños puede complicarles la existencia. Aquello que nos consuelan a nosotros no tienen por qué contener a los demás. Por este motivo, hay determinados tipos de mensajes que, en lugar de ayudar a los menores a sobrellevar su duelo, no hacen más que agobiarlos. A continuación, damos a conocer algunos de ellos.
– No abrumar al menor con responsabilidades que no le corresponden
“Ahora tienes que ser fuerte, eres el hombre de la casa, tienes que ser un apoyo para tus hermanos, tienes que dar ejemplo de valentía…”. Este es un mensaje que ciertamente limita la expresión emocional de los niños y los adolescentes.
Lo anterior, debido a que se pone sobre sus hombros la responsabilidad de garantizar el bienestar emocional de su familia, y se le obliga a fingir una fortaleza y un estado anímico que nada tienen que ver con la valentía y la superación.
– No censurar la expresión de las emociones
Llorar incomoda a nuestra sociedad. Desde pequeños enviamos a los niños mensajes minimizadores de las expresiones emocionales de molestia, tristeza, pena o dolor: “Hay que ser un machote”, “llorar es de niñas”, “hay que ser fuerte”, y olvidamos que llorar es algo propio de las personas que están tristes -no de niños o niñas-, o que se han hecho daño.
También se nos olvida que echamos de menos a las personas que nos faltan, por lo que llorar está permitido. No es más fuerte y valiente quien no demuestra sus sentimiento, sino quien tiene la capacidad de expresar sus emociones abiertamente.
– No dar explicaciones confusas sobre el fallecimiento de ese ser querido
“La persona fallecida va a estar siempre viéndote y cerca de ti”. Este mensaje demoledor está en la base de muchos miedos infantiles. Es cierto que en ocasiones a los adultos nos consuela pensar que la persona que ha partido sigue a nuestro lado de un modo u otro, y que podemos compartir las cosas y el día a día con ella.
A los niños, pensar que una persona que no pueden ver, ni tocar, ni oír, puede verles, sentirles y hasta escucharles les genera mucha sensación de descontrol y terror, debido a su pensamiento mágico y a la literalidad de la mente infantil.
– El duelo y los miedos infantiles
Como adultos, imaginemos por un momento que alguien va a estar observándonos en todos los momentos de nuestra vida: públicos, íntimos, buenos, malos, fracasos, éxitos… Nos sentiríamos invadidos y no nos gustaría esta idea con casi total seguridad. En el caso de los niños, el rechazo se produce aún con más razón, porque en su mente se hace real.
Por eso, pensemos un poco antes de decirles cosas como que alguien fallecido va a observarles desde el cielo, para no generarles la sensación de que un fantasma les sigue o les ve. Así, les evitaremos terrores innecesarios, o carreras por la casa encendiendo todas las luces.
Fuente: www.fundacionmlc.org