Hoy en día es habitual encontrarse con familias formadas por un único progenitor. Hay madres solteras que crían solas a sus hijos, hombres viudos o separados que se hacen cargo de los niños, y otras tantas situaciones que tienen como resultado una familia monoparental.
Esto hace que cada vez haya un número mayor de familias monoparentales con hijos a los cuales será necesario hablarles sobre el posible fallecimiento del progenitor. Esto, según la edad, puede ser algo un tanto sencillo, pero que también puede generar miedos y hacer sentir más vulnerables a los niños que viven en esta situación.
El duelo infantil cuando solo hay un progenitor
“¿Si tú te vas, quién me va a cuidar?”, o lo que es lo mismo: “¿Me voy a quedar solo?”. Nadie quiere acabar sus días en soledad y, aunque ese pensamiento no es real, los niños con un único progenitor saben que, si le pasa algo a su papá o a su mamá, no hay otra persona cercana para cuidarles, por lo que sientes y temen que su situación pueda cambiar drásticamente.
En esto radica la máxima vulnerabilidad a la hora de hablar de estos temas con los niños de familias monoparentales: en caso de que fallezca la mamá, y no haya un papá que les pueda cuidar. Y, en caso de que pierda a su papá, tampoco hay una mamá que esté con ellos.
Cómo abordar el miedo del niño a quedar solo
Lo que tenemos que hacer es adelantarnos a su miedo y proporcionarles seguridad. Esto lo podemos llevar a cabo de muchos modos:
– Retrasando la partida. Explicándoles que lo normal es que los padres no fallezcan dentro de los próximos años, sino que será cuando ellos sean muy mayores o ya puedan cuidarse solos.
– Garantizándoles su seguridad. En el caso de que pase algo, de manera previa les indicaremos a los niños a quien pueden recurrir: a un tío o tía, a los abuelos, a algún otro adulto cercano a la familia. Les preguntaremos con quién ellos se sienten a gusto y compartiremos tiempo con esas personas, de modo que puedan ser parte de la vida del menor. De esa forma, no sea un cambio muy drástico en caso de que suceda algo.
– Hablándoles de la estadística y la probabilidad. Hay que contarles que lo normal es que la gente fallezca cuando es muy mayor y, aunque hay excepciones, la mayoría de los niños tienen a su papá y a su mamá durante muchos años junto a ellos. Apelaremos a lo que es esperable y no a las casualidades (aunque las haya).
– Facilitando su autonomía ante algún fallecimiento y miedos que pueden aparecer ligados a ella. Fomentaremos que duerman en su cama, que aprendan a hacer pequeños recados, que puedan ir a jugar a casa de sus amigos, que cuando tengan edad se queden un rato solos en casa, o que vuelvan y vayan al colegio solos. De ese modo reforzaremos su capacidad y su autonomía.
Estas cosas nos pueden ayudar, pero, aunque es cierto que no es lo habitual, puede ocurrir que esos niños sufran una pérdida durante su vida. Por eso, es importante que estén protegidos en el caso de que a su progenitor le suceda algo. Es decir: debemos tener claro quién se haría cargo de ellos en caso de necesitarlo, ya que eso puede ayudarnos a explicarles que siempre habrá personas dispuestas a cuidarles y que sus rutinas y hábitos no cambiarán.
Fuente: Fundación MLC