Es una realidad que los suicidios ocurren y lamentablemente van en aumento. Por eso, es importante tener en consideración que uno de los grupos más vulnerable son los adolescentes, quienes tienden a ser más impulsivos y por tanto tienen más riesgo de llevar a cabo esta tragedia.
En ese contexto, el llamado es a que todas las personas podamos hacer algo al respecto, y que, frente a la duda, nos pongamos en movimiento.
Por eso, si crees que tu hijo o hija puede estar pasándolo mal, y piensas que está contemplando quitarse la vida para solucionar sus conflictos o para salir de una situación que lo atormenta, no te quedes quieto.
En ocasiones se dice que, quien habla de querer quitarse la vida es manipulador y solo quiere llamar la atención, pero ¿por qué no brindarle el apoyo que necesita, más si se trata de nuestro hijo o hija? Podemos no estar de acuerdo con la forma de pedir ayuda, pero es importante reconocer que la necesidad está presente. Frente a un “ya nada importa” o “ya no quiero vivir así”, hay que movilizarse rápido.
Qué considerar para prevenir el suicidio
Para prevenir que una tragedia ocurra, es necesario poner atención a ciertas actitudes o indicadores:
– No debemos confiar solo en las palabras, por eso es importante observar el comportamiento de tu hijo o hija. No se trata de ser invasivo o querer tener el control, sino que de estar pendiente de cómo se encuentra, de si lo está pasando bien, de cuáles son sus conflictos, cuáles son sus proyectos, sus miedos, inseguridades, etc. Se trata de escucharlo aun cuando no quiera hablar.
– No permitas que la depresión o la ansiedad de un adolescente aumente sin control. El aislamiento, irritabilidad y los estados emocionales muy cambiantes, también nos indican que necesita ayuda. En ocasiones, ni ellos mismos alcanzan a darse cuenta de que requieren apoyo, o no lo buscan porque piensan que mostrarse vulnerables es un síntoma de debilidad.
– No le bajes el perfil a una amenaza, ni la veas como una situación trivial de la adolescencia. Existen ciertos factores que pueden aumentar la vulnerabilidad o ser de riesgo para su adecuado desarrollo socioemocional. Si tu hijo o hija no cuenta con los recursos emocionales necesarios para hacerle frente, pueden generar un impacto mayor.
En este contexto podemos mencionar algunos: Pérdidas significativas (por ejemplo, el término de una relación o la muerte de un ser querido), abuso de sustancias, presión social o por parte de sus pares, humillación pública, enfermedad crónica, historial de suicidio en la familia.
– Si observas que tu hijo o hija no se comporta como es habitual, no esperes a que él te cuente qué le pasa. Muéstrate disponible para hablar, dile que lo ves diferente y que tu puerta está abierta para cualquier cosa que él o ella necesite.
Hazle saber que todos nos sentimos tristes o deprimidos a veces, incluso las mamás y los papás. Sin minimizar su angustia, reconfórtalo diciéndole que esos malos momentos no durarán para siempre. Dile que las cosas pueden mejorar y que vas a ayudarle en lo que necesite.
– Anímalo para que no se aísle de la familia y los amigos. La mayoría de las veces es mejor estar con otras personas que estar solo. Pero no lo obligues si dice que no.
– Recomiéndale hacer ejercicio. Cuando se hace deporte se liberan endorfinas (sustancias que mejoran el estado de ánimo y reducen el dolor). Las endorfinas reducen la cantidad de cortisol, hormona que se ha vinculado con la depresión. Por lo que hacer actividad física no es solo trabajar el cuerpo, sino que también la mente y el estado de ánimo. No importa que actividad física realice, lo relevante es que lo disfrute y que lo haga de forma constante.
– Busca ayuda profesional de inmediato. Tal vez tu hijo o hija simplemente esté teniendo un mal día, pero podría ser algo más si dura un par de semanas. En este caso, es mejor exagerar que restarle importancia.
Generalmente cuando existe una idea suicida gestándose, el adolescente comienza a visualizar el cómo seguirá la vida sin estar él presente, y son usuales comentarios como: “Nada me importa”, “me pregunto cuántas personas vendrían a mi funeral”, “a veces quisiera solo dormirme y no volver a despertar”, “todos estarían mejor sin mí«.
Si escuchas este tipo de comentarios, no debes reaccionar alteradamente, invita a tu hijo o hija a reflexionar sobre sus palabras y escucha sin juzgar. Verás como sus palabras, más que una amenaza, son una petición desesperada de apoyo para salir del dolor en el que se encuentra y al cual no ve salida.
Saber que un hijo está pasándolo muy mal, es muy angustiante, pero ahora es momento de cuidarlo a él o ella y luego vendrán momentos de más calma, en los cuales podrás expresar qué te pasa a ti con ese sufrimiento.
Para finalizar, es importante recordar que siempre será mejor exagerar frente a una situación delicada. Una exageración le indicará a tu hijo o hija que estas preocupado por él o ella, y dispuesto a buscar ayuda para velar por su bienestar. Eso también les hace bien.