Enfrentar un duelo puede ser una experiencia dolorosa y muchas veces compleja de sobrellevar. Durante este proceso surgen distintas emociones, y también debemos entender el significado de que nuestro ser amado ya no esté en el plano físico.
Esa comprensión de lo que significa la vida y la muerte nos ayuda a crecer, a ser mejores personas y a ser capaces de vivir este y otros retos. Ese aprendizaje también nos permite desarrollar compasión con quienes están viviendo un duelo.
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¿A qué nos referimos con la compasión? De acuerdo con el psicólogo clínico británico Paul Gilbert, la compasión es una “sensibilidad hacia el sufrimiento propio y ajeno, con el compromiso de intentar aliviarlo o prevenirlo”.
Como decíamos, esto también lo podemos aplicar durante el duelo de una persona cercana, para así brindarle ayuda y compañía.
Según escribe la psicóloga Pilar Pastor en la web de la Fundación Mario Losantos del Campo, la compasión es “una actitud a disposición de todos los seres humanos, que se puede cultivar (…), que requiere atención, intención y trabajo”.
Coincide con ella Francisca Román, psicóloga colaboradora de Contigo en el Recuerdo, quien apunta que la compasión “se desarrolla en base a la empatía y al poder acoger y querer acompañar a otro que sufre”.
Justamente, acompañar a quien está viviendo un duelo, tras haber experimentado en primera persona el fallecimiento de un ser querido, resulta beneficioso.
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La compasión implica no juzgar
Muchas veces los seres humanos caemos en el prejuicio y en juzgar a otras personas y situaciones sin tener todos los antecedentes claros.
En el caso del acompañamiento en el duelo también puede ocurrir, y por eso los expertos recomiendan no calificar a la persona o a la actitud que está tomando al enfrentar la pérdida.
“Cuando de duelo se trata, no hablamos de cosas buenas o malas, sino que las personas se guían por lo que sienten y creen correcto hacer en el momento. Cada pérdida tiene un contexto”, comenta Francisca Morán.
La compasión debe vivirse entonces sin juzgar y sin sentir lástima por el otro, si no que más bien como un sentimiento que nos permita ayudar a un otro.
En este sentido, vivir la pérdida de un ser querido nos puede hacer más sensibles y receptivos con las emociones de quien enfrenta un duelo.
Fuentes: Fundación MLC y Compassionate Mind.es