Ciertamente el duelo se enfrenta de modo diferente según la etapa de vida de cada persona, y el caso de los adultos mayores no es la excepción. Ellos durante sus últimos años afrontan diversas pérdidas como el fin del periodo laboral y el inicio de la jubilación, la partida inesperada de la pareja, un amigo de toda la vida, o un hijo. Lo anterior genera gran dolor, ya que se debe aceptar el fallecimiento, reorganizar la rutina y encontrar un nuevo sentido a las tareas diarias.
En este contexto, hay adultos mayores que sienten una pérdida de independencia al fallecer sus parejas, ya que sus hijos en un afán de protección intentan mantenerlos ocupados con actividades, se turnar para acompañarlos, no los dejan salir solos, no les permiten tomar sus propias decisiones, como si no tuviesen la capacidad para hacer todo lo anterior y reconocer qué es lo que les hace bien.
Si bien esta situación es entendible y los adultos mayores agradecen la preocupación que su entorno tiene por ellos, no poder decidir sobre su propia vida solo intensifica sus sentimientos de soledad, nostalgia, desmotivación y dolor. Estas emociones no expresadas ni tratadas pueden generar depresión, estrés y mucha ansiedad, lo que puede deteriorar su salud mental y física.
Es importante que la vulnerabilidad física, social y psicológica de la vejez no nos confundan. Los adultos mayores que están enfrentando un proceso de duelo necesitan de la compañía de sus seres queridos, no que ellos tomen el mando de sus vidas. Ellos están enfrentando un proceso que consiste en aprender a estar sin esa persona especial, por lo que se sugiere que su entorno cercano esté disponible para apoyar, en caso de que se los soliciten, no de que los inhabiliten, impidiendo que continúe con su cotidianeidad.
Los adultos mayores necesitan tener tiempo para pensar y estar solo. Si bien sabemos que deben cuidar su salud, sus relaciones y sus actividades cotidianas, la idea es que sus hijos, nietos, amigos y seres queridos incentiven estas prácticas de autocuidado monitoreando que se lleven a cabo, pero siempre desde la sugerencia respetuosa.
El duelo es diferente y las necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales varían de una persona a otra, de un momento a otro, incluso de un proceso a otro, por lo que respetar sin juzgar ni imponer lo que se cree mejor para el adulto mayor, es sumamente importante. Te invitamos a ayudar de forma respetuosa, siempre preguntado su opinión al respecto o sugiriendo ideas, escuchado su postura y aceptando su respuesta: “Yo pienso que ahora mismo…”, “¿qué te parece a ti?”, “¿qué crees tú?”, “a lo mejor podrías intentar…”.
El duelo no es una enfermedad, es un proceso de adaptación a una nueva etapa, pero no inhabilita a las personas a seguir con su vida. Seamos capaces de entregar recursos y apoyo para que la tercera edad pueda sobrellevar la pérdida, adaptarse a este contexto diferente y no quitarle su autonomía.