Qué es un duelo anticipado

Es común recibir información o al menos haber escuchado lo que significa estar viviendo un proceso de duelo, cuya sintomatología es muy similar a un cuadro depresivo, que se caracteriza por sus etapas de negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Incluso existe la posibilidad que en este momento nos encontremos viviendo una de ellas.

En ese contexto también podemos preguntarnos, ¿a qué nos referimos con duelo anticipado? El duelo anticipado se define como la experiencia de estar viviendo un proceso de pérdida antes de que un ser querido haya fallecido, por lo que es muy frecuente que los familiares de una persona con alguna enfermedad terminal pasen por él.

Existe mucha incertidumbre sobre cómo afrontar un duelo anticipado, ya que los cercanos al paciente se encuentran en una posición de lucha contra la enfermedad, poniendo todos sus recursos en intentar entregar una buena calidad de vida, palear los síntomas relacionados con el dolor o con distintos malestares que pudiesen existir, o inclusive pueden tener aún la esperanza de encontrar una cura posible para evitar el pronóstico entregado por los especialistas.

Se recomienda a quienes se encuentran atravesando un proceso de duelo anticipado que intenten, en la medida de lo posible, compartir sus angustias y temores con personas de su confianza o con un profesional que les pueda brindar un espacio de contención emocional, y los ayude a externalizar sus sentimientos de pérdida.

Al compartir nuestras experiencias dolorosas con otros se genera una sensación de alivio que nos permite descansar, y poder continuar afrontando la situación en compañía. También se les invita a visualizar los esfuerzos que han puesto en los cuidados de su ser querido, ya que ninguno de ellos ha sido en vano, por el contrario, todos los esfuerzos puestos son fundamentales para que su ser querido pueda vivir su último periodo de vida de la mejor manera y más dignamente posible, ya que lo más importante siempre será el amor y preocupación más que el no haber logrado evitar lo inevitable.

 

Por: Felipe Santibáñez, psicólogo clínico.

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