Estar de duelo, por la pérdida de un ser querido, es uno de los dolores más intensos que siente una persona en su vida
La pena y los recuerdos se mezclan en un remolino de emociones que, conforme pasan los días, continúan de alguna u otra forma ahí mientras el mundo sigue moviéndose.
Es en ese momento dónde nos preguntamos qué hacer, cómo seguir adelante tras la pérdida y cuánto tiempo durarán esos sentimientos. Un estudio realizado en Australia reveló que el fallecimiento de un amigo cercano provoca un declive en lo físico, mental, social y emocional, con consecuencias que pueden durar hasta cuatro años.
Es un desafío lidiar con el duelo y las personas suelen presionarse para «dar vuelta la página». De hecho, muchos tienen una frase que repiten de vez en cuando que dice «debería haberlo superado ya». Sin embargo, no existe una resolución final o un recuperarse.
Lo saludable es aprender a vivir con la pérdida, para tener el tiempo y el espacio necesarios para elaborar el duelo. Un agente de cambio puede ser el dolor, según diferentes estudios.
El viaje durante la pérdida
Para Maria Sirois, psicóloga clínica estadounidense, el duelo es un proceso parecido a un viaje en el que visitamos y revisitamos ciertas experiencias.
Podemos experimentar, de forma no lineal, instancias de dolor terrible y luego otras en las que recordamos buenos momentos y nos sentimos en paz.
¿Existen pérdidas más difíciles de procesar que otras? Según Sirois, todas son únicas y cada ser humano la experimenta a su manera.
“Aunque imaginemos que la pérdida de un hijo será siempre más dolorosa que la de un cónyuge o un amigo, no podemos estar seguros de ello”, dice.
Sirois también aconseja recordar que nuestros seres queridos desearían que volviéramos a disfrutar la vida, así como “acordarnos de ellos, de qué era lo que les gustaba para poder honrarlos».
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La psicóloga compara la situación de duelo con el kintsugi, el arte japonés de reparar la cerámica rota con una resina de oro, de manera que la rotura de la pieza resalte en lugar de disimularla.
Esto, indica, puede servir para comprender que, aunque estemos fracturados por la pérdida seguimos estando de una pieza. “Esa es la clave para llevar una vida saludable: ser capaces de sobrellevar la paradoja de vivir rotos y completos al mismo tiempo”, concluye Sirois.
Fuente: La Vanguardia.com