La autocompasión durante el proceso de duelo

Las personas solemos acompañar a nuestros seres queridos cuando atraviesan situaciones dolorosas, intentamos ponernos en su lugar y tratarlos como nos gustaría que fuesen con nosotros cuando pasamos por un momento difícil, con compasión, conmoviéndonos con su dolor e incluso impulsándonos a intentar aliviar dicho sufrimiento de alguna manera.

Ser autocompasivo implica tratarse a uno mismo con esta misma amabilidad y comprensión, al enfrentarnos ante momentos de vulnerabilidad y sufrimiento, como lo es un proceso de duelo, a modo de reconocer y aceptar que al igual que las demás personas, vivenciamos situaciones de dolor.

La autocompasión se compone de tres elementos que, de entrenarse, podrían manifestarse ante situaciones de dolor emocional. Estas características son: la bondad hacia uno mismo, es decir, tratarse con cuidado y comprensión; reconocer la humanidad compartida, entendiendo que todos los seres humanos pasan por sufrimientos similares a los propios; y la atención plena o mindfulness, entendida en este contexto como la capacidad de tener una conciencia en equilibrio y la toma de distancia de los propios pensamientos y sentimientos.

La importancia de practicar la autocompasión durante el duelo es que nos permite comprender que estamos pasando por un momento difícil, y de esa forma tratarnos a nosotros mismos con cuidado y solidaridad, evitando reprimir o pretender que no se está dolido, y no juzgando nuestro propio proceso muy arduamente. Así como cuando otra persona está pasando por un momento difícil o por una gran pena, la tendencia es a tratar de ser cálido, de contenerlo y cuidarlo, lo mismo se debería realizar con uno mismo.

Además, es importante no juzgar el propio proceso, comprendiendo que es entendible que no rindamos o seamos tan productivos como solíamos ser antes del suceso, y así mismo, que todos los duelos son distintos y no hay una forma especial de vivenciarlo.

 

Fuentes: Psicología-Online.

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